“Deléitate asimismo en Jehová, y Él te concederá las peticiones de tu corazón” (Salmos 37:4). Creo que todos hemos escuchado eso en algún momento. Se trata de un versículo de contenido profundo, magnífico, hermoso… pero que ha sido mal usado por muchas personas.
(¡Te invito a leer y meditar todo su contexto en el Salmos 37!).
Uno de los mayores descubrimientos que he hecho gracias a Dios, es que Él no es adorado cuando nuestra meta al buscar deleitarnos en Él sea que Él nos conceda peticiones como un genio mágico. Cuando nos acercamos a Dios así, le estamos diciendo que hay cosas más valiosas que Él. Se ha visto a Dios como un medio para un fin.
Saber lo magnífico que es que Dios prometa conceder las peticiones de nuestros corazones cuando nos deleitamos en Él, es maravilloso cuando empiezas a entender cómo es posible que alguien pueda deleitarse en Él.
Demos un breve vistazo a eso y espero que lo que compartiré contigo sea usado por Dios para llevarte a deleitarte más en Él.
¿Cómo alguien puede deleitarse en Dios?
La Palabra enseña que antes de haber creído, el cristiano estaba espiritualmente muerto en sus delitos y pecados (Efesios 2:1). Por lo tanto, no podía creer en el verdadero Dios y deleitarse en Él, y mucho menos quería hacerlo (Juan 3:20).
Así que si creemos en Jesús y tenemos acceso a Dios (Juan 14:6), se debe a que nuestra fe y capacidad de deleitarnos en Dios es un regalo de Él para nosotros. Un regalo que Él otorga libremente a quien le place, no por mérito de las personas, sino por gracia (Efesios 2:4-9, 1:11). Él no solo es nuestro creador, sino que es el autor y consumador de nuestra fe (Hebreos 12:2).
Así que alguien puede deleitarse en Dios solo gracias a Dios, y quiere deleitarse en Dios solo gracias a Dios. Él es quien pone en nosotros así el querer como el hacer, por Su buena voluntad (Filipenses 2:13).
Por eso la Palabra dice: “Bienaventurado el que tú escogieres y atrajeres a ti” (Salmos 65:4) y Jesús enseña: “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere” (Juan 6:44).
La Palabra también enseña que “sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6).
En otras palabras, se puede decir que algo fundamental de la fe que es un don de Dios, es confiar en que Dios galardona a aquellos que creen en Él y le buscan por un galardón. ¿Cuál es ese galardón? ¿Qué es lo que más busca un cristiano?
En los Salmos podemos ver de qué se trata cuando el Salmista dice cosas como “Dios, Dios mío eres tú; De madrugada te buscaré; Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas” (Salmos 63:1), “¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre” (Salmos 73:25-26) y “Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre” (Salmos 16:11).
El mayor deseo de alguien que se deleita en Dios.
La respuesta a la pregunta “¿Qué es lo que más busca un cristiano?” es Dios mismo, ya que el anhelo que Dios pone en los corazones de los cristianos es Él mismo (si fuese otra cosa, Dios querría la alabanza de algo fuera de Él y Él sería idolatra). Dios no es adorado cuando alguien lo busca a Él principalmente por otra cosa que no sea Él.
Así que en resumen, alguien que se deleita en Dios, que lo adora, que está siendo maravillado por Él y que lo conoce cada día más, lo hace gracias a Dios y lo hace porque desea cada día más a Dios.
Esto es extraordinario porque significa que Dios nunca nos hace desear algo que no nos dará. Él realmente cumplirá el deseo de nuestros corazones, Él nos ha dado un profundo deseo por Él. Esto debería hacer explotar nuestras cabezas. ¡Cuán agradecidos, motivados y gozosos deberíamos estar!
Por eso escribo este post. Quiero que tengas esto grabado en tu mente porque ha impactado mucho mi vida, y si puede impactar mi vida, puede impactar la tuya.
Es bueno que le pidamos a Dios cosas (Mateo 6:11, Santiago 4:2). ¡No estoy en contra de eso! Pero lo que más anhela un cristiano, por encima de todo lo demás, es a Dios mismo.
“Deléitate en el Señor y Él concederá los deseos de tu corazón”, porque cuando nos deleitamos en Él, lo deseamos a Él, y tendremos más de Él… y si Él no es suficiente para nosotros, entonces nada lo será.
Bonhoeffer escribió algo que es muy cierto: “Dios no cumple todos nuestros deseos sino todas Sus promesas”. Y Él ha prometido que quien busca gozo en Él en medio de cualquier circunstancia, le hallará y le adorará. Ese es el propósito de la redención.