Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida:
y en la casa del Señor viviré para siempre.
Una vez escuché a alguien decir esta frase refiriéndose a las bendiciones de Dios en su vida: “Con una mano recibiendo y con la otra dando”. El bien y la misericordia te seguirán, pero con la intención de que las pongas “a trabajar”, es decir, que las uses, las practiques.
Dice en Proverbios 3:3: “La misericordia y la verdad nunca se aparten de ti; átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón”.
Si Dios hace misericordia contigo, tú has misericordia con los demás, incluso si la misericordia requiere decir que “no” a lo que te piden. No vas a permitir que un niño de 5 años conduzca un auto en un camino lleno de tráfico (o en ninguno, en este caso). La misericordia significa ayudar, pero también a veces significa evitar que alguien se meta en problemas y se haga más daño. Amar, perdonar, guiar, corregir. Esto es hacer el bien y la misericordia. Dios lo hace con nosotros.